EL
MUNDO
3 marzo
2017
Ana Sierra
Tardamos más en descubrirlo pero, cuando lo hacemos, sabemos que
se trata de algo muy interesante. Los hombres contactan con sus genitales de
manera natural desde pequeños. Lo sujetan al orinar, juegan con ellos e
incluso, los comparan al llegar a la pubertad con sus amigos.
Las
mujeres lo tenemos más difícil por estar estos más escondidos o protegidos.
Incluso cuando se imparte anatomía en los colegios, se olvidan casi siempre de
hablar sobre la existencia del clítoris. Nuestro descubrimiento genital, si se
produce en la infancia, es casi una cuestión de serendipia.
Origen del clítoris
Su
nombre ya es popular pero aún recuerdo cuando, hace ya bastantes años, en el
teléfono de información sexual al que yo respondía, me decían: "Clítoris,
¿Qué es eso?" Y tras la explicación pertinente, comentaban: "¡Ah, la
pepitilla!". Aunque ya no suceda tan a menudo, son muchas las personas que
prefieren nombrar lo relacionado a lo genital con supuestos eufemismos, cuando
para el codo y la rodilla no haya mucha diversidad, por ejemplo.
Me
sorprendió conocer que solo hace 67 que se utiliza el término clítoris, aunque
su origen se remonta al siglo XVII, haciendo referencia a una llave, clave, vaina
o pestillo. Sin duda, abre la puerta al placer. Pero también existen otras
hipótesis que defienden que viene de cerrar o hace referencia a la inclinación,
'Kleitoris', asociado a la palabra clímax o grado
máximo de inclinación.
Yo, por
mi parte, estoy tan familiarizada con el clítoris que, cuando me hago fotos con
más gente, propongo decir: ¡Clítoriiiis! En lugar del
típico "Pa-ta-ta". La sonrisa es mucho más sincera y se iluminan los
ojillos, tanto en ellas como en ellos, doy fe.
Lo que vemos es solo la punta del iceberg
Aunque
muchas definiciones oficiales sigan indicando que se trata de un órgano
pequeño, carnoso y eréctil, que sobresale en la parte anterior de la vulva,
tanto lo primero, como lo último, no es del todo cierto.
El
clítoris se compone de 18 partes diferenciadas, siendo una mezcla de tejido
eréctil, músculo y nervios. Todas estas piezas trabajan conjuntamente,
conectadas a nuestro cerebro, para ofrecernos sensaciones asombrosas.
Es
pequeño si lo comparamos con una pierna y sí, sobresale, pero también forman
parte del clítoris las raíces y bulbos que penetran en nuestro cuerpo abrazando
la vagina y alcanzando los muslos en algunos casos. La parte que podemos ver y
sentir es una pequeña glándula o glande, que puede estar más o menos cubierta
por el capuchón.
Teniendo
en cuenta esto, lo que asoma es significativamente inferior a los que esconde,
pudiendo alcanzar un tamaño de entre 7 a 12 cm.
Cada
mujer tiene un clítoris único, existiendo tantos tamaños, colores y formas de
clítoris como mujeres, como ocurre con el pene masculino.
8.000 terminaciones nerviosas
Solo la
punta del clítoris, lo que asoma, tiene el doble de terminaciones nerviosas que
el pene.
Por el
contrario, la vagina casi no tiene sensibilidad, por una cuestión biológica y
para la supervivencia. Imagínese parir si fuera de otra forma.
Muchas
mujeres no sienten demasiado con la estimulación ni penetraciones vaginales,
pero otras sí. Aunque esté menos inervado o se sienta menos potente, tenemos
sensibilidad, como ocurre con cualquier otra parte del cuerpo. Además, se
produce una estimulación indirecta del clítoris desde la penetración, que
activa las raíces y bulbos del mismo por presión o vibración.
Por
tanto, si conseguimos un orgasmo por penetración vaginal, también se debe al
clítoris y a nuestro cerebro, como ocurre con el placer sexual en general.
La
creencia de que existen orgasmos vaginales y clitoridianos no se sostiene, por
tanto. El orgasmo es fenómeno único y se puede conseguir a través la
estimulación de muy diversas partes del cuerpo y de muy diversas maneras.
Creado para el placer
De
hecho es el único órgano destinado únicamente al placer.
Evidentemente,
este hecho repercute en nuestra sexualidad. Si existe placer, es más probable
que deseemos mantener más conductas sexuales genitales y eso sería muy bueno en
un sentido biológico para poder reproducirnos. Sin embargo, gracias a que el
clítoris salió de la vagina con la bipedestación, para obtener placer y
orgasmos, no es necesario el coito vaginal. Por lo que la asociación del
clítoris a la reproducción en el caso humano no tendría tanto sentido.
El pene es un clítoris y viceversa
Cuando
estamos en el útero materno, sobre la octava semana de gestación, se produce la
diferenciación sexual genital, macho o hembra. Aunque suele coincidir con el
género, en ocasiones no es así y no siempre es binario, masculino o femenino.
Tampoco determina ninguna orientación sexual concreta.
En
términos muy generales, si los cromosomas son de hembra XX, se desarrollará el
clítoris, pues no se liberarán los niveles de testosterona asociados al
cromosoma XY del macho. Si, por el contrario, es macho, se liberará la
testosterona adecuada para que, lo que en el caso anterior daba lugar al
clítoris, se convierta en el pene.
Otro
dato curioso es que, al ser el clítoris eréctil, como ocurre con el pene, puede
aumentar su tamaño paulatinamente durante la excitación, hasta triplicarse
durante el orgasmo.
Lo peores momentos del clítoris
A pesar
de ser un órgano que no suele dar problemas y solo genera beneficios, ha sido
tremendamente perseguido por temas culturales, religiosos, médicos y políticos.
A lo
largo de la historia se ha extirpado por creencias médicas desafortunadas, por
pensar que generaba enfermedades tanto físicas como mentales.
Por
desgracia, la mutilación genital femenina o ablación del clítoris, reconocida
internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y
niñas, se sigue practicando en la actualidad, asociada a creencias religiosas e
ideas erróneas sobre la fertilidad o la higiene, entre otras. Aunque realmente
supone un acto de dominación masculina sobre las mujeres.
El
pasado 6 de febrero se celebró el 'Día Internacional de Tolerancia Cero con la
Mutilación Genital Femenina'.
El clítoris nunca envejece
Y para
finalizar, una buena noticia: el clítoris puede ofrecer un perfecto servicio
independientemente de la edad. El clítoris de una joven funciona exactamente
igual que el de una anciana aunque, en esta última, se verá casi tres veces más
grande.